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lunes, 1 de mayo de 2017

El portero

No soy un tipo muy de recordar. De hecho se me da fatal, casi ni me acuerdo de lo que cené anoche.
Sin embargo hay circunstancias que a veces me hacen abrir el armario de los recuerdos y ponerme a revolver a ver qué soy capaz de encontrar.
De niño-adolescente era mucho más enfermo que ahora con el fútbol. Por eso muchos de mis recuerdos de infancia-juventud tienen que ver con el fútbol y el Real Madrid. Incluso soy capaz de recordar, viendo imagenes, dónde  y con quién vi aquel partido. Tiene mérito porque ya dije que no recuerdo que cené anoche.
Pues bien, hace poco un, a dia de hoy, buen amigo, recién llegado a mi círculo de amistades, me anunció que estaba trabajando en la biografía de un ex-futbolista de élite, con el que además tenía cierta relación. Y el cajón de los recuerdos se abrió.
Una camiseta blanca, siempre con el mismo escudo. Una palabra en el pecho, a veces "Parmalat", otras "Reny Picot". Incluso "Otaysa" o "Teka". Muchas alegrías a nivel nacional, muchos sinsabores a nivel europeo, en busca de la tan ansiada séptima.
Y un portero. La figura de un gallego de Betanzos, localidad que no conozco pero que no dejaré de visitar cuando consiga asomarme por tierras Galegas. Muchas paradas que luego traté de emular en mis partidazos con mis amigos.
Para muestra, un botón.
Aún en EGB. Me estaba perdiendo un Real Madrid - Depor que podía darnos el liderato, porque me tocó ir al teatro en plan actividad extra-escolar. Mi padre se retrasaba al recogerme, así que te ves a un crío regordete y miope asomado a la ventana de un bar con el corazón encogido tratando de enterarse del resultado. 1-1, el Depor con uno menos y le pitan un penalty a favor. Se dirige Djukic a lanzarlo, ese jugador fue más famoso por los penalties que falló que por lo magnífico central que fue. El crío de la ventana sufriendo como si le fueran a golpear en el bazo. Pero ahí estaba El Portero. Porque no falló el lanzador, sino que el portero realizó una parada sensacional. Minutos después Míchel, remoloneando en la frontal del área, haciendo que se está atando las botas, recibe un saque de falta de Prosickito (permítanme la licencia) hacia atrás cuando todo el mundo esperaba que la colgara, y su chut nos hizo líderes.
Son momentos como éste los que se han quedado grabados a fuego en mi memoria. Seguramente a Paco esos recuerdos de un gordito miope no le habrán dado de comer, pero saber que ha influído en las emociones de millones de personas como yo, debería llenarle de una sensación bien parecida al orgullo, que rima con Buyo.
Gracias por mi niñez y adolescencia, Portero.