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Bienvenidos al Blog del Osezno.

Desde mi osera escribiré de vez en cuando para mostraros cómo se ve la vida desde aquí.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Crisis de corazones


Gracias a Dios nunca la he sufrido, pero hay una sensación que considero una de las más desagradables y tristes que podemos tener en esta vida. Es la sensación de soledad, de tener el interior rasgado por problemas y no tener con quién compartirlos, con quien llorar a gusto y con quien poner los cimientos para superar la situación.
Estamos en Adviento, llega la Navidad. Son fechas en las que todo el mundo “debe” sentirse bien, son fechas tradicionalmente “bonitas”. Si hay un mal momento del año en el que sentirse sólo, el peor con diferencia es este. Sin embargo, por lo menos yo personalmente, conozco no uno, sino varios casos de personas que se sienten solas. No digo que lo estén, tienen gente a su alrededor, físicamente, pero quizás no sienten el calor de un corazón que realmente quiera caldear el suyo. ¿Será que la crisis también ha afectado a los corazones, les ha dejado como a los bolsillos?
Son tantos los casos que veo que no me creo que sea yo el único al que le pasa. En la sociedad en la que me muevo la crisis económica ha calado hondo. La guadaña del paro ha tocado muy de cerca, incluso ha cercenado las ilusiones y la estabilidad de gente realmente cercana. En nuestros trabajos, en nuestras familias, en nuestros grupos de amigos, en nuestros grupos de conocidos. Pero hay más que la crisis, hay parejas que se separan, incluso traumáticamente, afectando no sólo a sus esperanzas de futuro sino incluso al presente de sus descendientes que no saben qué hacer, cómo actuar ante tal situación. Incluso gente enferma, de mayor o menor gravedad, que pierden el mayor pilar que tenemos que es la salud, esa que tanto reclamamos año tras año el día de la lotería cuando no nos ha tocado ni un duro (perdón, ni un céntimo de euro)
Y ante este panorama, ante esta gente que sufre, ¿qué hacer? Yo de economía sé muy poco, por no decir nada, así que la crisis económica no me la encarguéis a mí que no me veo capaz. Aparte tampoco soy empresario y no veo la forma de crear puestos de trabajo. Los problemas de pareja son tan complejos que tampoco me atrevo a meterles el bisturí, y las enfermedades se las dejo a los médicos que hay muchos y muy buenos.
¿Y la soledad? Pues ahí sí que me veo yo capaz de hacer algo. Incluso me parece hasta sencillo dar un poquito de ese calorcito del que hablaba antes, ahora que las temperaturas andan por los suelos y con pocas ganas de subir.
La receta es la siguiente. Lo primero, dejar de mirarse el propio ombligo y tener las orejotas muy abiertas para “detectar” esas soledades y tristezas que hay a nuestro alrededor. A veces no basta con las orejotas, pero hay una pequeño detector en el corazón que si lo tenemos activado nos damos cuenta de esas situaciones aunque no nos las comuniquen verbalmente. Una vez hecho ese barrido de frecuencias tristes, la cosa es sencilla. Dar el paso de acercarse a esa persona, a lo mejor simplemente preguntando de vez en cuando cómo va esta o aquella situación. El simple hecho de que alguien te pregunte cuando estás mal te hace sentir que otro ser humano se preocupa por ti, y aunque os parezca una tontería, estoy seguro de que su interior se remueve y se empieza a calentar un poquito.
Hay varias “técnicas” para ampliar ese acercamiento, gracias a las nuevas tecnologías. Un mensajito de móvil de vez en cuando, preguntando y dando ánimos. Un correo electrónico. Un mensaje en una red social. Una llamada telefónica. Una quedada para tomar café. Éstas últimas siempre son más recomendables porque aportan mucho más calor, el contacto humano siempre es más cálido que el contacto entre máquinas, pero también hay que distinguir en qué casos hay suficiente confianza para que la persona se sienta realmente a gusto y no sea peor el remedio que la enfermedad.
Os animo por un lado a practicarlo, y por otro a dejaros interpelar cuando los protagonistas del mal momento sean vuestros mismos corazones. No dejemos que la maldita crisis económica y el frio del invierno convierta nuestra Navidad en el lejano Oeste. Démonos calorcito unos a otros, que sólo los seres humanos tenemos esa capacidad de empatía, de ponernos en el lugar del otro y ayudarle a levantarse cuando la vida le hace tropezar. ¿Te animas?

martes, 31 de agosto de 2010

CONFESIÓN

Damas y caballeros, creo que ha llegado la hora de que sepan algo que, a varios de Uds va a sorprender y a otros no tanto: Soy un osezno cristiano, católico y practicante. Vamos, de los de misa de domingo y sentimiento de pertenencia a un grupo humano llamado parroquia, llamado Iglesia.
Como comprenderán, esto no sale de la noche al día sino que viene de lejos. No puedo decir que la catequesis, por las que casi todos Uds han pasado también, fuera lo que me ha hecho acercarme a la Fe cristiana. Era demasiado joven para tan importante decisión. Las clases de religión en el cole me gustaban, pero tampoco fueron definitivas. Lo fue mucho más la propuesta cariñosa de mi madre, de quien siempre me he fiado en la vida y no me ha ido nada mal. Cuando mi primo Fernando se confirmó (sacramento siguiente al de la 1ª Comunión), ella me propuso apuntarme a un grupo de confirmación en la parroquia del barrio. Y como en muchas otras ocasiones me dejé guiar y dije “Sí”. De pocas decisiones me voy a alegrar tanto como de esa. El grupo de gente que conocí, lo que me enseñaron las hermanas dominicas a lo largo de tantos años, tantas convivencias, tantas actividades parroquiales, han conformado la personalidad del osezno que soy hoy en día. Y no sé a Uds, pero a mí me gusta como soy (con muchas cosas aún que pulir). Les sorprenderá saber que aún nos seguimos reuniendo en la parroquia y organizando actividades, después de tantos años.

Se podrán imaginar que no ha sido demasiado fácil para mí. Desde muy joven he tenido que soportar, echándole humor y paciencia, todas las bromas y comentarios de mal gusto que mis idas y venidas por la parroquia del barrio provocaban en mis amigos y conocidos. Que si ya vas a la secta, que si cuántos pollos habéis matado hoy. Que si sólo vas para ligar con las chicas. (Pobre de mí, si se juntaran todas las chicas con las que he ligado en mi vida se podría hacer un cara a cara jaja!! Pero bueno, eso será tema de otro Blog)

Con el tiempo lo he asumido, y como estoy convencido de querer hacerlo, pues me ha sido más leve el “acoso”. No diré que hoy lo voy publicando a los 4 vientos (excepción hecha de este blog), pero tampoco lo niego llegado el caso.

Y todo ello a pesar también de las etiquetas que de pronto aparecen colgadas en tu espalda cuando te das a conocer como cristiano: Persona de derechas, aburrido, recto, “rarito”, estirado, acomplejado, mojigato … Pues nada más lejos de la realidad, damas y caballeros, y espero que los que me conocéis lo podáis corroborar. Pero es muy injusto tener que quitarte esas etiquetas una y otra vez. Se acaba uno cansando y dejando que cada cual piense lo que quiera.

Mentiría si dijera que soy un cristiano perfecto, y además atentaría contra el mayor valor que conozco y con el que trato de guiarme, la humildad.
Trato de seguir unos sencillos principios asimilados, buscar la felicidad, desvivirse por el de al lado, ponerse en su lugar y no prejuzgar, tratar de entender a todo el mundo y de convivir sacando lo mejor de cada uno. Cosas sencillas en las que si pusiéramos tanto esfuerzo como el que malgastamos en meternos el dedo en el ojo unos a otros, creo que no nos iría nada mal.

Tampoco puedo decir que esté de acuerdo con la totalidad de lo que se promulga en los púlpitos de este país. Cierto que los medios de comunicación están ávidos de carnaza con la que arremeter contra la Iglesia, pero algunos sermones son intragables, se te hace bola al escucharlos. Sólo diré como defensa que los curas también son personas, y también se equivocan, como cualquiera de nosotros (y yo especial y constantemente). Pero gracias a Dios la Iglesia no son sólo los curas y obispos, aunque sea esto lo que se vende. Diré también que le debo muchas cosas a curas que se han cruzado en mi camino, incluso a “cargos” más altos. Pero tampoco justifico algunas atrocidades que se han cometido.

Los valores aprendidos y asimilados en la parroquia no me han hecho ningún mal, todo lo contrario. Me proporcionan paz interior en los malos momentos, me han regalado relaciones de amistad impresionantes, me han ayudado a crecer y a vivir tranquilo y feliz. Me alegro una infinidad de los pasos dados hasta aquí, y espero dar muchos más porque la ruta dura toda la vida.

Ahora que conoces mi “secreto”, ¿te parezco otra persona? ¿Me miras con otros ojos?

Yo no, no soy nada intransigente y no exijo que la gente de mi alrededor comparta mi Fe. Prueba de ello es que la mujer de mi vida, la que me hace vibrar de felicidad día a día, no está ni bautizada, y se pueden contar con los dedos de las manos las veces que me ha acompañado a mi parroquia (esfuerzo que en esas ocasiones le agradezco enormemente).

No me juzgues como alguien distinto a quien conocías, yo no lo haría contigo. Y por cierto, tira esas etiquetas que tienes en las manos, a mí por lo menos no voy a permitir que me las cuelgues.

viernes, 13 de agosto de 2010

La Nacional II

Cuando hablamos de una “Nacional” nos referimos a aquellas carreteras que, saliendo de Madrid, unen la capital con las principales ciudades de España, como si fueran radios. Burgos, Barcelona, Valencia, Córdoba, Badajoz y A Coruña representan el destino de cada una de las “Nacionales” que surgen desde Madrid. Actualmente, estas carreteras nacionales que pasaban por muchos pueblos y ciudades intermedias han sido sustituidas por Autopistas mucho más veloces y directas. Con ellas se ha perdido el encanto de parar y visitar dichas poblaciones, como pasó con la ruta 66 y el pueblo “Radiador Springs” (¿Recordáis la peli “Cars”?). Lo cierto es que, por costumbre, se siguen llamando “Nacionales”, por ejemplo la A-2 se sigue llamando “Nacional II”.

Y aquí quería llegar yo. A la Nacional II, o a la A-2, como prefiráis. Y es que los primeros kilómetros de esta carretera que une Madrid con Barcelona están tan presentes en mi vida cotidiana que casi diría que la tengo hasta cariño. Es la consecuencia de vivir en una ciudad dormitorio pegada a dicha nacional, de hecho la antigua Nacional II divide la ciudad donde resido en 2, siguiendo una línea paralela a las vías del tren.

Mi primer contacto como conductor con sus kilómetros de asfalto se produjo en la autoescuela, en ella me enseñaron a incorporarme a una autopista, ya sabéis, pisando fuerte por el carril de aceleración con el ojillo puesto en el retrovisor para buscar el hueco adecuado.

Desde entonces muchas alegrías, y algunas tristezas, han tenido como fondo común a esa negra y atascada autopista (es de las que todas las mañanas aparecen en los informativos como tramos de atasco a la altura de mi ciudad, no falla un solo día a su cita con el portavoz de la DGT).

Muchas veces he recorrido el tramo de la A-2 que separa mi ciudad de la siguiente ciudad dirección Barcelona, una ciudad llena de historia y con un campus universitario y un hospital que he visitado mucho. Y con el “Parque del Ángel”, que no se me olvide que sino algún buen amigo me lo recordará de inmediato …

Pues en dicho campus universitario, tras muchos sudores, sufrimientos y renuncias, conseguí mi título de Osezno Ingeniero, del que estoy muy orgulloso, pero que me convenció de no volver a la universidad nunca más (no entiendo a la gente que dice que les encantaría volver a la Uni, ¡no lo haría ni loco!). Y del hospital, pues buenos y malos recuerdos, como podéis comprender. Buenos recuerdos cuando fui a acompañar a gente que después volví a ver fuera y malos cuando sus camas fueron el último lugar donde les vi. Un sentido recuerdo para ellos y ellas.

El otro sentido de la Nacional II lo conozco de memoria. No en vano es el nexo de unión entre mi ciudad y Madrid, esa monstruosa urbe llena de oportunidades, a la que tantas veces me he tenido que acercar para mil propósitos diferentes. Es más, cada vez que he necesitado salir de Madrid hacia otros lugares de la geografía española, el primer tramo de mi viaje ha transcurrido por la Nacional II, buscando la circunvalación madrileña que da acceso al resto de “Nacionales”.

En los últimos tiempos he frecuentado tierras de la Alcarria, también unidas a mi ciudad mediante la ya archiconocida Nacional II, por un lado porque he hecho buenas amistades con gentes habitantes de aquellas latitudes, y por otro porque estoy dando mis últimos coletazos como osezno futbolista en un equipo de allá, donde demuestro domingo tras domingo que la Nacional II hizo muy bien en dirigirme hacia la universidad para tener algo con lo que ganarme la vida, porque a los oseznos nunca se nos ha dado bien el deporte rey.

Así que ya veis, los pasos del osezno y los kilómetros alquitranados de la Nacional II están muy unidos, y mientras la vida no me lleve por otros derroteros, seguiré desgastando las gomas de mi vehículo con los baches de mi querida A-2.

jueves, 5 de agosto de 2010

El ídolo del Osezno

Mi primera entrada en este blog quiero dedicarla a la única persona que puedo decir, después de 31 años, que ha sido un ídolo para mí. No soy un osezno que idolatre fácilmente, entiendo que para idolatrar a alguien esa persona debe representar muchos valores de los que tú quisieras tener, y es difícil.

Lo que sí que soy es un osezno madridista, muy madridista. No me suelo perder casi ningún partido, aunque sea por la tele. Sin embargo, el 29 de Octubre de 1994 me debió de pillar en mi época de hibernación porque no recuerdo haber visto el partido que el Madrid jugó en La Romareda, estadio del Zaragoza. Leí en los periódicos que Jorge Valdano, entonces entrenador, iba a apostar por un chavalín de la cantera, ni siquiera del b, sino del c. Un tal Raúl.

A la semana siguiente, en casa de mi abuela (ese sí que lo recuerdo) le ví meter un gol por toda la escuadra nada más empezar el partido al Atléti, a pase de Laudrup. Desde entonces son incontables las veces que he disfrutado viendo jugar a Raúl, viéndole marcar goles de todo tipo y toda factura, muchos de oportunista, de estar siempre bien colocado, de ser el más listo de la clase. Otros de calidad, con esa “cuchara” característica que pocos han sabido ejecutar como él.

Sin embargo no es sólo la parte futbolística lo que me ha admirado de Raúl. Ser un futbolista famoso en este país es sinónimo de escándalos en la prensa, de habladurías, de titulares en las revistas del corazón. Pocas veces ha pasado esto con Raúl, ha sabido aislarse y tener una vida privada muy respetada.

Ahora bien, si hay algo que realmente admiro de Raúl es su forma de comportarse, tanto fuera como dentro del campo. La caballerosidad, la educación y el respeto por los demás son valores que trato de cultivar en mi vida de osezno y que he visto reflejados en él. El espíritu ganador y el exprimirse hasta la última gota de sudor, no sólo en los partidos, sino en cada entrenamiento son también dignos de admirar.

Nunca entenderé a los detractores de este señor. Yo trato de respetar las opiniones de todo el mundo, pero no consigo entender cómo puede haber una animadversión tan grande en cierta gente hacia alguien que ha sido un profesional como la copa de un pino y cuya última demostración ha sido apartarse para dejar paso a los que vienen detrás. Espero que ahora descansen tranquilos. Supongo que son los daños colaterales de haber estado tantos años a tan alto nivel.

Ligas, Copas de Europa, Copas Intercontinentales, y una larga lista de trofeos conquistados con ese escudo en la camiseta cuyos valores ha sabido defender a capa y espada. El fútbol le ha dejado a deber dos cosas: Algún reconocimiento individual tipo Balón de Oro, y haber ganado algo con la Selección Nacional, por la que tanto luchó y que, ahora que está tan en auge, nadie se acuerda de los que se dejaron tanto defendiendo esa camiseta roja.

Un solo “pero”: Nunca pensé que Raúl pudiera jugar en el Bernabéu con otra camiseta, nunca pensé que se retiraría en un equipo que compitiera con el Real Madrid en algo. Pensé en una cómoda retirada en EE.UU. o México, como otros mitos tipo Butragueño o Míchel. Espero no verle en el Bernabéu en un partido de Champions con otra camiseta, porque me convertiría en un osezno muy confuso …

Que pasen pronto estos dos años y que vuelva por la puerta grande, como se merece.